Con el reciente “día del amigo” del viernes pasado, como es común en la flor y yo, nos pusimos a debatir cómo ese término se volvió más abarcativo con el correr de los años. No se si será por el cambio generacional a nivel social o por el hecho que uno se vuelve mayor y las relaciones se complejizan, pero lo cierto es que cada vez se desdibujan más las líneas que definen quien es amigo, y de qué forma lo es.
Calculo que pasará de forma similar con las otras categorías “tradicionales” (como el noviazgo), pero hoy por hoy escucho que la gente tiende a definir a todo aquél con el que tiene trato como “amigo”. Y aquí conviene hacer un paréntesis:
Desde mi punto de vista, el título de “amigo” se ha extendido para dos direcciones. Por un lado tenemos a esa persona a la cual no conocemos tanto, que nos ha caído bien, o que por el sólo hecho de conocerla o de tener cierto trato rutinario con ella, ya cae dentro de dicha categoría. Son personas con las que compartís cierto vínculo -en general bastante débil- o algún gusto en común… o directamente personas que, por ejemplo, te hacen la gamba para salir algún fin de semana, pero que fuera de eso no tenés en ellos otro interés particular. Y ni hablar de confianza. Calculo que, en este caso, lo que pasa es más bien la pereza en buscar una definición más rigurosa o socialmente utilizada... Suele ser gente que no llega a ser un amigo ‘posta’ pero la categoría de “conocidos” le queda chica.
Dentro de esta categoría, también está el caso -y esto se dio en todos los tiempos a lo largo y a lo ancho de la historia- del individuo que por ‘x’ razón no posee amistades fuertes y sinceras, y siente necesidad de obtenerlas de forma rápida para suplir esa carencia. Es esa persona que, sin esfuerzo aparente, se va metiendo en tu vida y que de un día para otro te ha convertido en su “mejor amigo” y vos ni te enteraste. Son relaciones marcadas por la pasividad de uno y una pro actividad sobrehumana de parte del otro para empotrarse de tu realidad. No son situaciones que se dan seguido, pero suele ser difícil distanciarse de gente así sin herir susceptibilidades. Los sabrás reconocer porque siempre se muestran más que dispuestos para ayudarte hasta en las cosas más boludas, poseen demasiado interés en tu vida rutinaria aunque recién los estés conociendo (incluso en detalles que ni a vos te movilizan), te llenan de halagos, poseen una gran admiración hacia tu persona y siempre encuentran una ocasión ‘casual’ para llamarte/caer a tu casa/auto-invitarse a planes a los cuales no consideraste integrarlo. No es que quiera ser dura, pero esta gente existe, y particularmente a mí no me caen bien. Suelen ser personas inseguras y que no otorgan nada interesante a la relación.
Por otro lado -y ya hablando de la otra dirección que toma la amistad- tenemos a esos “amigos” que, en realidad, los intereses que poseen para con la persona son más bien amorosos, o por ahí son intereses mezclados. Es el tipo de amistad más compleja creo yo. Aquí nos podemos encontrar con millones de matices de gris, que van mezclando variables como grado de cariño involucrado, nivel de atracción física, longevidad de la relación, personalidad, etc. A eso hay que sumarle el hecho que esas variables pueden no coincidir dentro de la “pareja” de amigos. Cabe aclarar que no estamos hablando de un “contínuum lineal” que va desde “la amistad pura” hasta “el noviazgo”, sino más bien un gráfico indibujable de varias dimensiones, cada cual influye en la relación de diferente manera. Un par de ejemplos simplificados de esto:
*Uno puede querer mucho a una persona pero tener una débil atracción física: aquí es posible que no se quiera seducir al otro porque, aunque en otras circunstancias se la chaparía (tranzaría para los más jóvenes), el hecho de que probablemente el otro sí esté enganchado es razón suficiente para quedarse en el molde (ya que no tiene interés en que la relación se defina como otra cosa y mucho menos quiere lastimarlo).
*La situación contraria. Mucha atracción física y no tanto cariño: bue… aquí lo más probable es que tengan algún que otro “aproach” hasta que se sacan las ganas o hasta que aparezcan celos y cosas así. Si sucede lo primero, es probable que en el transcurso del amorío encuentren otros intereses en común y puede florecer a partir de eso una linda y larga amistad. Si sucede lo segundo lo más probable que se terminen puteando y se manden a la mierda ^^
Hay gente que corta por lo sano y dice “si hay atracción sexual en el medio, no puede haber amistad”. Existen millones de intensidades a esta postura. Está el que directamente no cree en la amistad entre el hombre y la mujer. Pero, esa persona ¿cómo definiría la relación que puede llegar a desarrollarse con alguien de sexo opuesto, del cual siente atracción sexual pero que no es retribuido, disfrutan de pasar tiempo juntos y sin embargo hay una alta probabilidad de que nunca concreten nada? ¿Conocidos? ¿Amor platónico? ¿Un intento frustrado de levante?... Complejo, ¿no?
En realidad creo que el problema pasa por la necesidad que tiene el ser humano por clasificar cosas que en muchos casos son inclasificables. La necesidad de legitimizar la relación hacia la sociedad, que siempre pide definiciones (“Pero, ustedes dos ¿qué son?”), o ante uno mismo (el temido “Quiero saber donde estamos parados”) para poder manejarse dentro de marcos conocidos y contratos tácitos preestablecidos, empuja a la búsqueda incesante de categorías simplificadas y títulos designatorios que casi nunca abarcan de forma completa lo que existe en el universo de dos personas. Hay algunos intentos por clasificar estas relaciones, como “amigo con derecho a roce”, “hueso”, el viejo y poco utilizado “amigovio”, “saliente”, etc. En realidad yo nunca me he sentido cómoda con ningún título que caiga sobre una relación que haya tenido con un chico. Creo que las relaciones evolucionan constantemente, tanto para mejor o para peor, e involucraría demasiada energía detenerse a pensar todo el tiempo “y ahora ¿qué seremos?”. Así que he optado, al momento de presentar a alguien, sólo utilizar su nombre. Es mala costumbre el decir “Te presento a tal, un amigo”, o “Te presento a tal otro, un saliente” o sea, ¿qué onda? ¿Porque tengo que declarar la naturaleza de la relación? La gente está demasiado malacostumbrada sentir obligación por legitimizar lo que hace/es/piensa. A mí, particularmente, me resulta inapropiado clasificar a las relaciones por las cosas que habrán o no pasado dentro de ésta. ¿Acaso Un ‘hito’ cambia lo que se siente por alguien?
Anyways, piénsenlo. Les dejo un saludo.
6 comentarios:
Interesante el tema que tratas. No pretendo ampliar porque no da el lugar ni el momento, pero vale aclarar un punto. La única relación que se legitimiza es la de Noviazgo, por una cuestión de peso cultural. Es obvio que nadie anda presentando a sus huesos y demáses yerbas como tales, pero sí a un novio/a. Esto se da por cuestiones que todo el mundo entiende y forman parte tácitamente del colectivo social. Nadie que se considere moralmente dentro de los parámetros intentará seducir a quien presentaste como TU novia/o. Digo nadie que sea aproximadamente cercano a uno. En cambio, las demás relaciones no involucran exclusividad, y el que la pretenda, es porque en realidad esta ahí esperando llegar a otro punto. Pero bueno, ya nos juntaremos a debatir el tema porque la verdad me interesa tu perspectiva que nos has presentado.
Estoy bastante de acuerdo contigo, niña.
Ya ampliaré x otro medio, (K).
n lei una mierda, queria ver si podia firmar
Mal amigo.
=P
neeeeeeeeeh, no trates de justificar tus animaladas con eso de "no etiqueto porque me los cojo de parada" xD
(K)
Meu Deus... donde estabas cuando y era soltero? eh? eh?
Seguramente en la secundaria, usando jumper, por lo que me repito... donde estabas cuando yo era soltero? eh? eh?
En fin, Como dijo un compañero mío de laburo, La mejor manera de presentarle a alguien a los padres es "mamá, papá, el muchacho que me entuba"
Publicar un comentario